Psicologia Infantil

Los niños viven un periodo de rápido crecimiento y desarrollo que representa una clara diferencia frente a la relativa estabilidad de los adultos. Además de los cambios físicos asociados con la maduración, existen importantes cambios sociales, cognitivos y comportamentales que tienen profundas repercusiones para la psicopatología infantil y su tratamiento. 

La edad se presenta como uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, en la consideración y pronóstico de una conducta infantil, dado que lo que puede resultar como absolutamente normal en una edad determinada puede que ya no lo sea en otra edad (pelearse, mojar la cama, miedos o actividad sexual). Conductas de este tipo son consideradas de un modo muy distinto y tienen un pronóstico diferente según la edad del niño que las manifiesta. De hecho la mayoría de los síntomas de los trastornos infantiles son comportamientos adecuados, o por lo menos típicos en las primeras etapas del desarrollo (hiperactividad, inquietud e incluso agresión). Por ejemplo, los estudios epidemiológicos de niños normales muestran que los padres informan que aproximadamente la mitad de los niños son inquietos hiperactivos y distraibles; los síntomas más característicos del trastorno de hiperactividad con déficit atencional.

La edad también ha de ser tenida en cuenta a la hora de determinar si se ha de intervenir, la elección del tipo de tratamiento y cuándo se ha de intervenir. Esto supone una tarea complicada debido a los cambios sistemáticos en los patrones comportamentales y emocionales que se suceden en el curso del desarrollo.
Para mantener una buena relación es necesario que la comunicación sea buena y este siempre abierta.
!   Hablar no lo es todo. Es mejor hablar en un tono de voz bajo pero que conlleve una consecuencia real.
!   Las tácticas para desarrollar una buena comunicación deben adaptarse a la edad y madurez del niño/a.
El orden adecuado para fomentar una buena comunicación es pasar de más consecuencias con menos palabras cuando son pequeños, y a más palabras con menos consecuencias a medida que se acerca al periodo de la adolescencia.
En general, lo mejor es usar más dirección con un niño/a pequeño y más comunicación con un niño/a más mayor.
Cuando el niño/a empieza a actuar repentinamente de una forma distinta, es muy posible que intente comunicar algo.
Miguel de 8 años se había vuelto destructivo, rompía juguetes y cosas de la casa. Se descubrió que estaba muy preocupado por la salud de su padre, que era precaria, pero de la que nunca se hablo en su presencia. Con ayuda, fue capaz de expresar sus sentimientos y dejar de manifestar sus miedos.
El proceso de enseñar a un niño/a a definir y expresar sus emociones es lento y supone mucha insistencia.
Con los niños muy pequeños es útil utilizar el "árbol del sentimiento". A medida que el niño/a se hace mayor es útil utilizar expresiones como: "Suena como si estuvieras enfadado con Juan"," Parece que te preocupa algo. ¿Qué crees que es? ",... y fuego tras una corta charla puede lograrse que el niño/a verbalice que está celoso,....
No hay que olvidar tampoco que no sólo se le ha de enseñar a expresar sus sentimientos sino que también se debe añadir una consecuencia a su comportamiento.

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