Criaturas Celestiales Lo que pasa cuando no se acepta la homosexualidad


Juliet Marion Hulme nació en Londres (Inglaterra) en 1939; según las declaraciones de su madre Hilda ante el tribunal, desde los dos años estaba traumada por los bombardeos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial.

Juliet procedía de un eminente y respetable ambiente inglés. Su padre, Henry Hulme, había sido director de investigaciones del Almirantazgo después de trabajar como profesor en la Universidad de Liverpool, ayudante jefe del Real Observatorio de Greenwich y asesor científico del Ministerio del Aire.

En el transcurso de su época escolar, Juliet padeció frecuentes pesadillas y enfermedades, muchas de ellas psicosomáticas, que le impidieron asistir al colegio durante dos años.

En 1948, la familia Hulme emigró a Nueva Zelanda, donde su padre desempeñó el cargo de rector del College de la Universidad de Canterbury, en Christchurch, mientras Juliet estudiaba en la Escuela Superior Femenina. Allí contrajo tuberculosis. Debido a su frágil constitución, la joven tuvo que interrumpir sus estudios en 1953 durante los cuatro meses que pasó en un sanatorio antituberculoso.

Pauline Yvonne Parker nació en Christchurch. Su padre, Herbert, era dueño de un almacén de pescado al por mayor. Su madre era Honora Mary Parker. Pauline tenía una hermana mayor que adoraba a su madre, un hermano que estaba internado en una institución mental, y otro hermano que había muerto siendo un bebé.

Pauline era una chica obstinada, que se marchaba de casa cuando no conseguía sus propósitos y sentía una aversión acendrada por su madre. Al igual que Juliet, había tenido una infancia enfermiza. De pequeña contrajo una enfermedad ósea que le dejó como secuela una ligera cojera. A causa de ello, no participaba en los juegos del colegio.

La infancia de Pauline Parker fue siempre solitaria, alejada de los niños de su edad. Se dejaba llevar por sus sueños y fantasías, por los vericuetos de su imaginación, en medio de una familia donde el padre estaba tan embebido en su propio trabajo que ni sospechó las necesidades de su hija. Sus resultados académicos eran pobres y no tenía ninguna amiga. Un día conoció a la atractiva y también solitaria Juliet. Ambas niñas vivían despegadas de sus familias, a pesar de que los motivos de Juliet parecían más poderosos: su padre vivía absorto en el trabajo y su madre estaba involucrada en un asunto de adulterio.

Juliet era la compañera perfecta en el mundo de fantasía de Pauline, el medio de evadirse de la monótona existencia de ambas; la turbia sensación de su amistad creaba un vínculo disfuncional que poco a poco anunciaba la muerte para el que lo amenazara.

Pauline Parker tenía dieciséis años y Juliet Hulme, quince; ambas eran alumnas de la Escuela Superior Femenina de Christchurch. Hacían una rara pareja: Julie era alta, delgada, rubia y hermosa; Pauline era baja, obesa, morena y poco atractiva. En el colegio eran inseparables, pues habían descubierto el talento que ambas tenían para la fantasía, lo que las hacía capaces de escapar a algunos convencionalismos de la zona suburbana en que vivían. Estaban convencidas de que eran únicas y de que estaban destinadas a empresas mayores que los deleites domésticos que se les ofrecían tras los cuidados jardines de Christchurch. Pasaban juntas cada vez más tiempo, reuniéndose en casa de una o de otra.

Ambas escribían novelas, poesía y llevaban un diario. Una de sus ilusiones era la de convertirse en escritoras famosas. Escuchaban todo el tiempo los discos de Mario Lanza, de quien estaban enamoradas, y fantaseaban con actores de Hollywood. Para conseguir su objetivo de ser escritoras profesionales, habían decidido huir juntas de Nueva Zelanda e instalarse en Estados Unidos.

De aquella amistad surgió poco a poco algo más profundo, un amor codependiente y una fuerte pasión sexual. Ambas tomaban largos baños en una tina y hacían el amor en sus camas. Aunque no era algo desacostumbrado entre adolescentes del mismo sexo, en los años cincuenta la estricta sociedad de Christchurch no estaba preparada para reconocer que dichas relaciones eran bastante frecuentes.

Cuando los padres de ambas se dieron cuenta de sus actividades lésbicas, se alarmaron tanto que decidieron separarlas. La señora Hulme descubrió que las jóvenes proyectaban marcharse a Estados Unidos para publicar sus obras. En aquellos momentos el padre de Juliet estaba a punto de emprender un viaje a Inglaterra. Entonces la familia decidió apartar a Juliet de su amiga y trasladarse con ella a Sudáfrica para visitar a unos parientes. La madre de Pauline y su padrastro se mostraron satisfechos con el proyecto, que pretendía terminar con aquella relación entre las niñas.

Aquella satisfacción paterna estaba aminorada por un cierto sentimiento de culpa, de modo que Pauline obtuvo permiso para pasar diez días con Juliet antes de que ésta emprendiera el viaje a Sudáfrica. Cuando se planeó el viaje a Sudáfrica de Juliet y su padre, las niñas propusieron que Pauline los acompañara. Pero en seguida comprendieron que tanto la señora Parker como el resto de la familia se oponían a la idea. En este período, las chicas concretaron los detalles definitivos del plan ideado para, según su visión, poder estar juntas. El 28 de abril de aquel año, Pauline manifestaba en su diario el creciente odio que hervía en su interior en contra de su madre:

“Ella es uno de los principales obstáculos de mi camino. De repente se me ocurrió el procedimiento para eliminar aquel obstáculo. Si ella muriera…”

Otro párrafo del diario, fechado el 19 de enero, habla de un plan para “arreglar” a su madre:

“Lo tenemos estudiado cuidadosamente y temblamos ante la idea. Como es natural, nos sentimos un poquito nerviosas. Pero el placer de los preparativos es muy grande. Somos ángeles y demonios, criaturas celestiales, tan vulnerables, que terminan forjando su propio infierno por querer ganar el cielo…”

El 21 de junio, Pauline escribía:

“Decidimos usar una piedra dentro de un calcetín mejor que un saco de arena. Discutimos el ‘arreglo’ en sus menores detalles. Me siento tan ilusionada como cuando se prepara una fiesta. Mi madre ha destruido toda la belleza y el feliz acontecimiento se producirá mañana por la tarde. La próxima vez que escriba en este diario mi madre habrá muerto. ¡Qué extraño sentimiento de placer!”

El día 22 de junio de 1954, después de pasar diez días en casa de Juliet, las chicas volvieron a la de Pauline. Era la mañana del día señalado para el crimen. Durante la comida, ambas reían y bromeaban.

Luego Pauline Parker salió a dar un paseo por la tarde en compañía de su madre y de Juliet Hulme, por la zona de Cashmere Hills en los alrededores de Christchurch. Juliet se adelantó y entonces Pauline asió con fuerza la maza improvisada que guardaba en el bolsillo de su abrigo.

En un momento determinado, Pauline se colocó detrás de su madre, sacó la maza (un ladrillo metido dentro de un calcetín) y lo azotó sobre la cabeza de la señora Parker. La víctima cayó al suelo gritando y llorando por el dolor. Pauline continuó golpeándola hasta dejarla sin conocimiento.

Mientras, Juliet volvía precipitadamente para ayudarla a cumplir su propósito. Entre las dos siguieron golpeando a la madre de Pauline en la cabeza, hasta que la mataron, dejándola allí tirada con el cráneo destrozado.

Después del crimen, Pauline y Juliet se pusieron histéricas. Entraron cubiertas de sangre en el salón de té de Agnes Ritchie, cerca de Victoria Park. “¡Mamá está terriblemente malherida!”, gritaba Pauline.

Cuando la policía localizó el cuerpo de la señora Parker descubrió que tenía cuarenta y cinco heridas en la cabeza, y otras muchas en las manos, sin duda defensivas. A su lado apareció el ladrillo cubierto de sangre. Pauline y Juliet aseguraron que la señora Parker yacía herida como resultado de haber caído por un declive de la colina. Las heridas de la cabeza se las habían producido ellas mismas al intentar trasladarla, afirmaron. Pero a los policías no les convenció aquella declaración. Después de advertir a Pauline que estaba bajo sospecha del asesinato de su madre, el inspector le preguntó:

—¿Quién atacó a tu madre?
—Fui yo —respondió tajante.

A causa de ello, el 24 de junio, Pauline Parker y Juliet Hulme fueron acusadas del asesinato de Honora Mary Parker.

El juicio se inició en Christchurch el 23 de agosto de 1954. Las pruebas más concluyentes se obtuvieron de los diarios, donde las chicas hacían múltiples referencias a su proyectado crimen; expresaban además sus fantasías, sus ambiciones y la intensidad de su sexualidad y sus mutuos sentimientos.

Al comenzar el juicio, el fiscal A.W. Brown leyó una declaración de Juliet. En ella manifestaba que Pauline deseaba ir a Sudáfrica con ella, pero que creía que su madre no lo iba a permitir. Decidieron hablar con ella durante el paseo por Cashmere Hills. Sin embargo, Juliet admitió que habían decidido llevarse un ladrillo embutido en un calcetín por si la víctima no aceptaba.

El tribunal, a raíz de su declaración, trató de comprobar si las jóvenes estaban en su sano juicio, ya que el 24 de agosto la defensa presentó un recurso basado en enfermedad mental. 

El psiquiatra, a preguntas de la defensa, manifestó ante el tribunal que había un "trastorno del orden moral” de ambas muchachas. Describió su comportamiento como una forma de paranoia, un estado de frustración, de un aspecto conocido como folie a deux o "locura recíproca”.

El abogado de la defensa insistió en que las jóvenes no eran “unas criaturas de mente sucia” como las había descrito la acusación, sino unas enfermas mentales que no eran responsables de sus actos. Al día siguiente, el superintendente médico del Hospital Psiquiátrico de Ashburn Hall, afirmó que ambas acusadas podían ser consideradas enfermas y que, aunque conocían la ley, no podían comprender la maldad de sus actos.

La acusación preguntó que, en ese caso, por qué habían intentado negar su culpabilidad. El médico respondió: “Porque tenían un plan y sabían que si las detenían, no podrían llevarlo a término. Se consideraban a sí mismas como unas auténticas genios”.

El médico señaló otros dos fragmentos del diario de Pauline Parker en apoyo de su tesis. El 6 de junio escribió que Juliet y ella habían estado hablando durante toda la noche sobre los motivos de su próxima actuación:

“Es que estamos locas. Ambas estamos claramente, rematadamente, delirantemente locas. No tenemos duda alguna y este pensamiento nos hace temblar de espanto”.

El extraordinario diario de Pauline resultó una prueba clave durante el juicio, y lo más curioso fue que tanto el fiscal como el defensor se apoyaron en él para sus alegatos. Según la acusación, demostraba evidentemente que se trataba de un crimen premeditado. El diario mencionaba los motivos del asesinato, señalaba la fecha en que tomó cuerpo aquella idea, detallaba los días en que lo planearon, el estudio de las diferentes armas, y fijaba el momento y el lugar en el que iba a tener lugar el crimen.

Según la defensa, el diario corroboraba completamente el alegato de enfermedad mental. En él se manifestaban las fantasías de las niñas y sus salvajes proyectos. La imagen que surgía de su lectura era la de dos quinceañeras obsesionadas por sí mismas, inteligentes, orgullosas y con una alarmante falta de todo sentido moral:

"La idea principal aquel día fue desnucar a mi madre. Esa idea no era nueva, pero esta vez se trataba de un plan definido que pensábamos llevar a cabo, lo habíamos elaborado detalladamente y las dos estábamos muy ilusionadas con la idea. Lógicamente estábamos algo nerviosas, pero el placer de lo nuevo es algo fantástico".

El 29 de agosto de 1954 Pauline Parker y Juliet Hulme fueron declaradas culpables del asesinato de la señora Parker. En la recapitulación de hechos, el juez Adams recordó el recurso de locura emitido por dos médicos y el de salud mental emitido por otros tres.

El juez apuntó que en ciertos aspectos, las mentes de las jóvenes eran anormales. Sin embargo, ambas eran conscientes de que sus comportamientos eran perversos y opuestos al código moral de la comunidad.

El juez las condenó a prisión “hasta obtener el beneplácito de Su Majestad”, la mayor sentencia que podía dictarse en Nueva Zelanda para convictos menores a dieciocho años por un crimen castigado normalmente con la muerte.

En virtud al artículo quinto de la ley capital, introducido en 1950, las personas menores a dieciocho años no podían ser condenadas a la pena capital. Las jóvenes no manifestaron la menor emoción al escuchar la sentencia.

El 1 de septiembre, el Ministro de Justicia decretó que Pauline Parker y Juliet Hulme cumplirían sus condenas en diferentes instituciones. Juliet ingresó en la prisión de Auckland y Pauline en Borstal, al norte de Wellington.

Su peor castigo fue permanecer separadas. Juliet Hulme pasó su condena escribiendo, tejiendo y estudiando idiomas. Pauline Parker continuó sus estudios para obtener el certificado, graduándose en una Escuela Superior en 1953.

Ambas jóvenes recibieron un profundo tratamiento psiquiátrico en la prisión desde finales de 1953. El supuesto éxito conseguido con el tratamiento, así corno la inutilidad de mantener prisioneras a aquellas dos mujeres por un crimen cometido en su juventud, fueron las razones que les permitieron obtener la libertad solamente cinco años después. Salieron con semanas de diferencia con una única condición: que nunca más volvieran a verse.

Y tras toda esta historia de amor loco con trágico final, el destino que aguardaba a cada uno sería muy distinto. Una de ellas finalmente se convertiría en una escritora de gran éxito, materializando su sueño adolescente.

Tras vivir en el anonimato durante mucho tiempo, Juliet Hulme se cambió el nombre y asumió la identidad de “Anne Perry”, dedicándose profesionalmente a la literatura.

Años después, cuando su identidad verdadera fue revelada, declaró que nunca más tuvo contacto con Pauline; pero otras fuentes aseguraban que se cartearon durante años.

Juliet nunca se casó y se convirtió en mormona, viviendo en Escocia. Creó al ficticio inspector “William Monk”, un detective que se dedica a resolver casos criminales en la Inglaterra victoriana.

Sus libros fueron un éxito de ventas, sobre todo al revelarse que ella era la famosa criminal. Como Issei Sagawa “El Caníbal de Japón”, su incursión en el mundo del arte fue celebrada por la opinión pública, que la catapultó a la fama.

Por su parte, Pauline Parker se cambió el nombre por el de “Hilary Nathan”. Ingresó a un convento católico para luego dejar los hábitos y llevar una vida lo más anónima posible.

Actualmente, Pauline Parker reside en Inglaterra, donde está al frente de una escuela de equitación.

El cineasta Peter Jackson rodó en 1994 la película Criaturas celestiales, donde retoma la vida y el crimen de Juliet Hulme y Pauline Parker, entre canciones de Mario Lanza e imágenes de unicornios y seres fantásticos, ilustrando así el mundo ficticio creado por estas dos jóvenes asesinas.

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